sábado, 26 de diciembre de 2009

Locales de ocio

- Muy buenas, ¿me pone usted un par de licores de bellota? -
- Claro, ¿los quiere usted con CocaCola? -
- ¡Pero hombreeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee! -
Si quisiera quedarme ciego del subidón de azúcar, no sería mala idea. Pero como con el resto de licores dulces, a mí me gusta tomarlos sin aditivos, llamadme maniático. Hay quien le echa azúcar al Colacao, yo lo respeto, pero a mí, más de una cucharada sopera de azúcar no me sienta bien.

Hoy me comentaba un colega la dificultad de trabajar en un bar/restaurante/pub/lupanar debido a los conocimientos requeridos y a la presión a la que puede someterte la clientela. Que si una copita por aquí, que si unas pancetas por allá, que si la carne me la ha servido en un plato, pero aún está palpitando. Al menos tenía a mano un cuchillo para rematarla.

Todo depende del momento y del lugar. En un bar de copas la cosa se relaja muchísimo. No hay que tener miedo porque la gente esté borracha, o que la música pueda desconcentrarte, siempre hay viejos trucos para salir del aprieto:

- Póngame dos Heineken, tres Four Roses cola, dos Havana siete cola y un Cacique limón. -

Al momento sirve los dos tercios, y coloca los seis vasos de tubo.

- Sí, ¿esto que era?, ah sí ¿y con qué? -

Muy bien, ya están las bebidas espirituosas servidas. Con lo que el camarero mira los vasos, luego al cliente, y finaliza arrimando la oreja:

- Hoygan, y esto ¿con qué era?, cola, ¿y esto?, ah con limón -

Tú le indicas con todo lujo detalles al lado de qué vaso va cada uno de los refrescos que combinan el cocktail. Sin embargo, aunque parezca que el camarero te ha escuchado perfectamente tras tus explicaciones, y que además va a hacerte caso (pues para lo que quieres te sueles emplear...), éste se empeña en hacerte la noche más divertida y desordenarte los refrescos en la barra. Como si tu cabeza no diera aún suficientes vueltas, encima quieren que hagas un puzzle. Con dos cojones, después del entrenamiento, meter la llave en la cerradura de casa es sencillo. Seguimos con el proceso, pues para otra cosa no, pero para dar de beber a los demás, como a ti mismo, eres una máquina, así que entregas cada pedido en su lugar, tras las alegrías y satisfacciones de los acompañantes. Es posible que después de dos intermediarios, la copa no fuera exactamente la que pediste, pero ¿tienes cojones de apostarte algo? ¿en serio diferencias el garrafón del ron del garrafón del whisky? Si la respuesta es afirmativa es que aún no has bebido suficiente.

Cuando el escenario es un bar de desayunos la cosa cambia ligeramente. En este caso, hay dos pedidos que no son posibles. El primero es el Colacao frío. El segundo es el café con mucha leche (manchado en mi tierra).

- Póngame un Colacao frío -
- Claro que sí, figura -

Esta es una escena típica, precedida de una taza de leche ardiente con un sobre de Colacao sobre ella. Tú has pedido la leche fría. Él te ha prometido leche fría. Después de muchas "puta madre" has aprendido a observar el humo y a entender su significado, que viene a ser algo como: "A mí mariconadas no me pidas, o la leche está escaldando o nada".

Al pedir "un manchao" la cosa es similar. El de la barra te responde: "ahora mismo, jefe", para seguidamente servirte un vaso lleno de oscuro alquitrán.

En la vida hay muchas normas no escritas, y estas son dos de ellas: En un bar no pueden servirte un Colacao frío, ni un café con mucha más leche que café. Esto es imposible, de hecho, ni siquiera se ha documentado un caso en el que Chuck Norris haya servido estos pedidos.

P.d. Sí, el camarero me preguntó si quería el licor de bellota con CocaCola.

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